martes, 10 de enero de 2017

Los espejos del alma

Cuando leí Alicia a través del espejo era pequeña y creí en ese momento que se trataba de una niña que miraba un espejo y observaba como la imagen de lo cotidiano en el marco dorado parecía desconocido, adquiriendo otros tintes, otras lateralidades, otras dimensiones. Como si las figuras que allí aparecían les fueran ajenas o distintas a lo que se veía de este lado.
Hoy me encuentro con espejos cotidianamente que reflejan en el accionar de otros aquellas cosas que no quiero ver, aquellas actitudes que me molestan, incomodan, desagradan porque son "del otro", pero como Alicia en el espejo,  termino descubriendo que eso tan desagradable, tan ajeno a mí, tan diferente no son más que reflejos de mi propio yo resistiéndose a ver que allí donde está lo que molesta es justamente donde hay algo que revisar, mirar con mayor cuidado, replantear y recién entonces decidir qué tan diferentes queremos ver la vida. También existen falsos espejos, como los que había hace años en algunas ferias de juegos, alerta, distorsionan. A través de ellos podrás llegar a creer que tu sonrisa es sincera, o que quien te acompaña tiene amor en la mirada, o que tu ropa de marca te hace elegante, o quizás te veas simplemente buena, fea, gorda, delgada, exitosa, fracasada. Alerta, hay que mirar bien, sólo tus ojos internos pueden descubrir el artilugio.
Será por eso que dicen que los ojos son los espejos del alma, cuando te permites adentrarte en esa mirada descubres muchas cosas no dichas, como si los ojos espejaran de adentro para afuera.
El alma no puede mentir, se muestra a sí misma tal cual es y los ojos le permiten pasar por allí, pero son nuestros ojos, los que los miran, los que muchas veces eligen nublarse, cubrir con un velo lo que se anuncia por esas cuencas opacas o brillosas y es ahí cuando lo que vemos no es lo que es. Entonces, como Alicia, transitamos un mundo disparatado, donde nos perdemos en la forma de mirar el mundo de otros. Y lo peor es que no es un mundo de maravillas, es un mundo donde el dolor y la crueldad también conviven, donde la eterna lucha entre el bien y el mal perdura, donde la codicia y la hipocresía juegan a pasearse por bellos jardines, y la soberbia enceguece a quien duda de sí mismo.
Estar alerta para mí significa estar despiertos, atentos, sensibles, perceptivos a que la vida no es sólo lo que vemos ni lo que queremos ver, la vida es lo que hacemos de cada momento y no importa cómo se refleje en el más fino espejo...