martes, 17 de noviembre de 2020

Docente hasta el final.

Que rabia incontenible, que impotencia, que fuerza visceral sube por mis entrañas cual lava ardiente a punto de generar el estallido de un volcán que lleva años de escuchar cómo se habla y deshabla sobre la carrera docente. 39 años para ser más exacta, empecé el profesorado con mis jóvenes 18 Sra. Soledad Acuña, corría el 1981 y trabajaba de 9 a 17hs.en una oficina del centro, salía de allí corriendo para llegar a horario al Normal N# 3 a la primera cursada del turno vespertino. Toda mi carrera la hice mientras trabajaba 8 horas para ayudar a parar la olla. 
No la cursé por baja cultura, tuve la dicha de ser criada en una familia humilde en extremo de la moneda corriente, pero rebosante de libros  pensamiento e ideales de libertad e igualdad.
Me acunó una abuela que huyó de la  España franquista, me crio un papá que sólo curso hasta segundo grado en Coruña pero que tenía un nivel cultural irrebatible gracias a su capacidad de autodidacta, con un "don de gente" del que Ud. carece irremediablemente.
Siempre supe que quería enseñar, siempre supe que quería escribir , siempre soñé que podría hacer con mis alumnxs un mundo mejor, otra vida posible en la cual el valor estuviera puesto en lo que sabemos hacer y no solamente en lo que certifica un título.
Hoy me pregunto cómo llegó Ud. a ocupar su cargo, si no ama la pregunta incipiente, la duda pugnante, la transgresión del que crea, la pasión y la razón en constante tensión, la lucha constante por los derechos de los sujetos, el poder irrevocable del error, la necesidad constante de la pregunta, la convivencia diaria con la inquietud, las decisiones éticas y políticas cotidianas... Esas que nos invitan a compartir las galletas en una panera para que las "melbas y las rumbas" convivan con las "criollitas y las maná".
Con su corta visión se da el lujo de hablar de lxs docentes denostándonos, generando dudas acerca de las posiciones que debemos tomar ante nuestras grupalidades, chuceando cual opinóloga barata a las familias para que denuncien a aquellos docentes que toman posiciones políticas ante problemáticas o contenidos de la sociedad. 
Me da vergüenza ajena, me indigna, me lastima, pero también me provoca, me subleva, me despierta y me pone en pie de lucha. Cuando quiera la espero, podemos hablar horas de lo que significa la docencia, de quienes la eligen y hacen de ella su razón y modo de vida. 


¡Orgullosamente maestra!

María Julia Rodriguez