jueves, 31 de agosto de 2017

Navegando emociones

Esta tarde, de la nada, me encontré navegando por las emociones de mi vida.
Fue una frase, una imagen, un aroma, no sabría decirlo, simplemente mi barca zarpó y siguiendo un río de intuiciones se dejó llevar.
Desde el patio de la casa de la abuela llegó el olor a orellas* y el corazón aleteó como las alas jóvenes que se sacuden trémulas con el viento milenario, en el recodo del cauce me vi con mis primas y otros niñ@s jugando en la vereda de la casilla de Sarandí.
Las aguas se agitan y como en los rápidos montañosos mi infancia pasa veloz, demasiado veloz, arrasada por responsabilidades que se escapan de mis manos y aún así el agua hace su trabajo artesano y deja bellas rocas en la orilla, torneadas de recuerdos que valen su peso en sueños, historias, cuentos y cantos.
Y mientras el oleaje canta, mis pies bailan al son de una gaita y entonces ¡qué me importa nada! bailar, elevarse del suelo, expresar, que el ritmo cardíaco resuene en mis pies... Una jota, una muiñeira, un fandango, una alborada. Más allá los destellos de una queimada en la que se retuercen las salamandras para decirme aquí estamos, te vemos como sos, nos ves porque eres.
Y la adolescencia adolecida y los primeros amores y el jazmín del país del balcón de mi escuela, y un viejo piano en el aula llenando de música la vida y unas manos de palomas marcándonos el vuelo de la voz.
Luego llegan las otras aguas, el primer trabajo, el inicio de mi carrera, descubrir mi vocación de maestra jardinera, la reparación permanente de la niña que fui, los cuentos asomando tímidos en correntadas de tinta, una cascada abrupta y la partida de mi viejo estrellándose contra las rocas...
De allí en más mi barca se desplaza entre rápidos turbulentos, cambia la geografía a mi alrededor y cada centímetro de agua comienza a elegir por donde circula, en esas elecciones el tesoro líquido arrastra por sectores del río algunos lastres y en otros se filtra por sobre un lecho de redondeadas piedras para fluir purificado.
Un milagro en el recodo del recorrido ilumina de destellos el caudal desde las profundidades, el agua se instala en mi vientre para cobijar una vida, una fuente que dura nueve lunas para romperse un mediodía glorioso de sol. Nunca más la soledad, nunca más mi barca a la deriva, un nuevo propósito la guía.
Todo el día de ayer viajando por las emociones de mis venas expuestas, proyectos de familia, proyectos de tiza y galletitas, los peques me saludan permanentemente desde ambas márgenes, de vez en cuando alguno se sube y recorre conmigo parte del sendero para bajar luego cerquita de la orilla. En este tramo son muchas e intensas las sensaciones, las vivencias, los recorridos. A cada centímetro cúbico se presentan bifurcaciones que me provocan elecciones, elecciones, elecciones.
Otro destello de vida se instala en mi torrente sanguíneo, una bocanada de aire fresco cargado de rocío y olor a rosas crece en mi panza redonda, inquieta, presuroso por ver la vida estalla antes de tiempo para sumarse a la navegación, otra razón para pelear mis sueños.
Ahora navego por una zona brumosa, no me veo con claridad a pesar de mis esfuerzos, los aromas son confusos, el clima inestable, la vegetación cambiante, una aparente calma se avecina. Dura poco...
Otra cascada violenta, otro choque con los rocosos bordes del río, intensas lluvias desbordan y embarran la superficie, me salgo del caudal y necesito un buen rato de sol para que se evaporen estas amargas sensaciones, es que la lluvia de llanto triste arruina el terreno.
Otra vez volver a empezar.
Un atrapasueños tejido a mano detiene las pesadillas, contiene y ayuda a que se cuelen sólo los bellos pensamientos y de ahí en mas cada nueva bifurcación del camino es elegida a conciencia. Un viento que me lleva a volar, un niño que defiende la palabra escrita, la creatividad al palo y la inmensa emoción del reencuentro con María Julia que, desde ese momento, se convierte para siempre en Maruxa...

Puedo augurar que este recorrido continuará y que me bajo de mi barca un rato para recibir mis 54 vueltas al sol agradecida de la bitácora del viaje.

Puedo decirlo: ¡Lista para continuar!

*orejas (especie de tortas fritas gallegas)