Es extraño el tiempo, o la idea de tiempo,
o la percepción de tiempo.
Según su definición tradicional
el tiempo es una dimensión física que representa la sucesión de estados por los
que pasa la materia. Es decir que se entendía como algo absoluto, una magnitud
exactamente igual para todas aquellas personas que lo observen.
Sin embargo, la mecánica
relativista o cuántica entiende que los valores del tiempo pueden
variar según el observador, el sistema de referencia que se utilice y el punto
en el que se encuentre el observador.
He aquí mi propia percepción
que oscila ante una y otra definición según el día y según la posición de
observadora que adopte. En ocasiones mis articulaciones óseas o mis
recuerdos me llevan de la mano a tomar la primera definición ya que siento el
cansancio o las vivencias de mis cincuenta y cinco años a cuestas, pero otras
veces mi cuerpo se aligera y mi entusiasmo por realizar tal o cual proyecto
aceleran mi metabolismo hasta sentirme una joven inquieta capaz de bailar, reír
y sentir cómo la adrenalina fluye fuerte y vital en mi cuerpo. Pero en esos momentos
en los que me siento exultante paso por delante de un espejo o una vidriera y
la pregunta me asalta de inmediato ¿cómo puede ser que esa imagen no refleje
exactamente la juventud que estoy experimentando en este mismo instante?
Estimo que es una pregunta que
no tiene respuesta, pero no puedo dejar de enunciarla una y otra vez porque esa
contradicción la siento casi a diario.
¿En qué momento pasó mi medio
siglo? ¿Soy yo esa que veo en el espejo? ¿Por qué puedo bailar como si tuviera
veinte años? ¿Es la experiencia la que me conecta inmediatamente con los niños
y niñas? ¿Por qué un día se hace eterno y la semana en las montañas vuela? ¿En
qué momento se convirtieron en mujeres mis niñas? ¿Cómo pasaron veintiséis años
desde el inicio de mi proyecto de escuela? ¿Por qué esperar el turno en un
consultorio médico es interminable? ¿Qué hace que una reunión de gente se
convierta en un suplicio donde los minutos se extienden laxos e insostenibles?
Creo que el reloj es un invento
perverso que no intenta medir el paso del tiempo sino controlar nuestras vidas
con la intención de recordarnos que no somos perennes.
Miles de vivencias que siento
fueron ayer y otras que fueron ayer parecen haberse perpetuado en mi vivir
extendiendo sus segundos como cadenas que me atan inexorables al tic tac de un
reloj déspota e inescrupuloso.
Algo nos pasa con la noción de
tiempo, algo nos incomoda cotidianamente, aunque nos cueste aceptarlo, algo
que nos acerca a la vida o a la muerte indistintamente, según el sistema de
referencia que utilicemos y el punto en el que nos encontremos como
observadores.
Es extraño el tiempo, o la idea de tiempo, o la percepción de tiempo.