¿A quién le viene sucediendo?
Quién sufra de estas extrañas
experiencias como yo por favor ¿podría comunicármelas?, ya no quiero sentirme una extraña
entre mis congéneres y me sucede cada tanto.
Ocurre que algunas veces me
desconozco en el espejo o incluso en las vidrieras de la calle, cuando caminando
apurada con la cabeza despeinada de ideas, proyectos, canciones, lecturas y
cuentos posibles como al descuido presto atención a la imagen de esa señora que
se refleja irrespetuosamente en el escaparate de un negocio cualquiera.
¿Cómo puede ser que esa mujer
sea yo? la misma que estuvo saltando junto a doce niñ@s de 2 años mientras bailaba y cantaba a vos en cuello "El monstruo de la laguna", la
misma que hace reír a sus compañer@s de ruta con imitaciones descabelladas o
bailando cumbia a las 8:30 de la mañana. Y sin embargo esa mujer en el reflejo
me mira con la misma incredulidad con la que yo la miro, desde sus cincuenta y
pico, desde su expertez, desde sus tropiezos y aciertos me escudriña con tanta
avidez como la que utilizo para descubrirme en sus rasgos marcados por algunas
arrugas, por la comisura de su boca acentuada por tristezas y alegrías vividas,
por sus párpados que ya no sostienen con tanta tensión sus enormes ojos negros.
Muchas veces ella y yo nos
miramos en una superficie que nos devuelve a otra mujer y sin embargo a la
misma, la mismísima Maruxa, la mismísima María Julia, la misma mariposa que se
sostiene en sus alas, el mismo ave fénix que se eleva desde su espalda, ahora
con un cansancio agotador, ahora con 15 años.
Misteriosamente joven, misteriosamente adulta, como en un carrusel que gira sobre su propio eje danzando conmigo misma, invitándome a observar como puedo ser capaz de habitar tantas edades al mismo tiempo.