miércoles, 30 de octubre de 2019

Salimos a tomar las plazas

Desvelada a las 3:53 am, la tinta azul que recorre mis venas casi me obliga a escribir, me grita en cada pulso, me sacude, me inquieta e incomoda hasta que se convierte en palabras y fluye en las teclas de la compu.
Todo empieza cuando irrumpe un  pensamiento, recuerdo de una conversación entre colegas que se proponen este sábado tomar la plaza, tomar el espacio público para hacer públicos sus sueños, sus quehaceres, su modo de marcar con indeleble experiencias en las vidas de los que transitan su lugar de trabajo, su lugar de ser quienes eligieron ser, su lugar de expandir alas de mariposas. En un mundo de tanta apatía permanente, de tanto comercio presente, de tanto transitarlo a cambio de materialidad, de tanto quejarnos de ser un número pero no implicarnos a fondo en dejar de serlo, por mi, por vos, por ellas y ellos cualesquiera que sean.
Vuelvo a pensar en esta movida, en esta provocación de ocupar un espacio físico, un espacio tiempo, un espacio alma con el batir de nuestras alas y pienso desde mi más de medio siglo las ganas que aún tengo de sacudir la apatía porque sí, porque estamos viv@s, porque en mi caso soy esta mujer que además de ser mamá, pareja de alguien, hija, hermana soy una profesional que vive de lo que elige, que forja, que propaga, que se expande en ideas, vivencias, experiencia.
Y en este desvelo de alas de mariposa no puedo dejar de pensar en lo que obtengo a cambio de lo que doy, si por un momento al menos puedo salirme de la lógica impuesta de que todo es a cambio de un tributo económico y puedo valorar aquello que me convierte en "quien soy".
En tiempos de cambios profundos en el cual la quinina de las alas de las mujeres mariposa avienta nuevos perfiles ¿cómo no aprovechar el espacio de vuelo propio? ¿cómo no sentirse totalmente involucrada en lo común de MI comunidad? Orgullosa transito los caminos de mi vida recibiendo en permanente pagos invaluables que ningún economista puede sopesar, ese contrato que renuevo cada año frente a una infancia ávida de saber, de afecto, de horizontes.
Cada vez que suena mi nombre en el patio o pasillo de la escuela, en una esquina, en un local cualquiera, en el recuerdo de algun@ de los que pasaron por mis brazos, mi voz, mi hacer hacer. Cada vez que surge lo espontáneo en un niñ@ que corre a abrazarme, que me sonríe, que me alcanza un dibujo, una carta, una canción... Cada vez crece mi capital, cada vez tomo conciencia de que no sólo mi sueldo llena mi plato de alimento, qué importante fue, es y será compartir con mi familia sanguínea y la de amig@s lo que somos capaces de producir en empatía con l@s otr@s. Al fin y al cabo cuando me toque entregar mis alas lo único que habrá valido la pena serán las horas de vuelo y las rutas elegidas, porque el diseño y color de mis alas no se puede comprar, se obtiene de los espacios recorridos.
Este sábado tomo la plaza con l@s mí@s, para seguir siendo quien soy, para que sig@an siendo quienes son, para disfrutar del vuelo comunitario, para construir legados intangibles para los que padecen la ceguera del materialismo, porque el único capital indestructible, indevaluable, incorruptible es el de lo vivido a conciencia, lo luchado y lo ganado por mostrarnos en nuestro saber hacer con placer.
Este sábado saldré a tomar la plaza con el arte por bandera!