¡Es que se está muriendo mucha gente!, casi con
desesperación me lo dice mi hija mirándome a los ojos en busca de una respuesta
que no tengo. Hace ya un tiempo que extendió sus alas fuertes, luminosas,
llenas de la quitina que las sostiene, pero hoy con inmensa tristeza las
repliega, pareciera que quisiera volver a ser capullo. Capullo de mujer
mariposa…
Alrededor pasa de todo y pasa nada, los que seguimos
trabajando nos vemos sumergidos en una vorágine de compromisos, cumplir,
llegar, pensar, producir, comunicar, conceptualizar ¡¿qué?!
¿Qué apuro tenemos? Nos resistimos a pensar que este no será
nunca más un año común, no se puede recuperar este tiempo de encierro, pero
puede no ser tiempo perdido.
¿La escuela? ¿el fútbol? ¿Los recitales? no hay objetivos
que nos convoquen allí, se ha vuelto objetivo principal la conservación de la
vida, la exaltación de la solidaridad, la práctica de la empatía, la
comprensión y la lucha y el vecino de enfrente y nuestros hijos e hijas y
nuestros viejos y viejas... Despacio, tranquilos, sin apuros, que la que nos
corre es la muerte y no la vida.
Momento de resignificar el encuentro, momento de sincronizar
con los otros. Como cada noche a las 21hs., esa cita que nos hace estallar en
aplausos con un nudo en la garganta y las palmas abiertas para que resuene,
para que replique.
La tecnología se ha vuelto un espacio tangible, impacta
profundamente "tener una cita" por Meet, por Skype, por video llamada,
pedirle ayuda a otro, aunque sea por este medio, escuchar otra voz... Escuchar
esa voz, la que oíste en vivo por última vez ya hace más de 8 días.
Perder contacto con la mirada, la expresión del otro,
sus guiños personales, esas señas que nos dicen cuánto los conocemos... Se
extraña y mucho. Lo espontáneo, lo no pensado, el vuelo colectivo, la risa
colectiva, la canción porque sí, esa que irrumpe cuando alguien llega guitarra
en mano y de pronto todos estamos cantando.
Se escuchan miles de teorías, los opinólogos de siempre y
los recién que están debutando hablan de conspiraciones, de guerras biológicas,
de profecías cumplidas. No sé ni me importa si esto fue una conspiración, una
prueba macabra de una potencia que pretende exterminar a los más débiles, no me
importa porque si así fue algo les falló, salió mal… Sé que es una gran crisis
y para muchos de nosotros las crisis en lugar de un tremendo abismo es una
tremenda oportunidad de cambiar algo, alguito.
Nunca había hablado con mis vecinos de enfrente y desde mi
8° piso me encontré una mañana hablándoles, dirigiendo mis saludos y mis
palabras a su terraza calle Campana por medio. Y deseo con toda el alma, ya no
me alcanza desearlo con el cuerpo y la mente, que cuando esto pase recordemos,
le demos una patada en el culo a la soberbia, y la mantengamos a raya entre
todos, que mantengamos viva la memoria, no somos inmortales, el de al lado
importa, si yo vuelo, tú vuelas, si todos volamos somos como las mariposas orando
en el aire.
¿Por qué digo que el vuelo de la mariposa es una oración? Porque cuando las ves volando en bandada tu mente se va con ellas, como cuando elevas una plegaria.
Porque orar es como ausentarse mentalmente y lograr
introducirse en lo más hondo de nuestro corazón para que surjan los
sentimientos que nos habitan, traerlos al presente, dejar que nos embargue la
emoción de cada uno. ¿Importa que oración? Importa que sea colectiva, lo demás
es puro misterio…
Sin duda este tiempo será parte de la historia, una historia
en la cual artesanalmente fuimos tejiendo puentes... Animemos al otro y como supo
cantar Gustavo Cerati "Usa el amor como un puente"
Simplemente maravilloso leerte!!
ResponderBorrarBeso grandote
Hermosos contarlo con dulzura.
ResponderBorrarBeso gigante!
Hermoso poder relatarlo con dulzura.
ResponderBorrarBeso enorme!