viernes, 2 de diciembre de 2016

Como mariposa herida.

Las alas de las mariposas poseen un maravilloso componente llamado quitina, es un material muy resistente que les da fortaleza a las alas. He pensado que quizás las mujeres poseamos quitina en nuestra estructura femenina, de no ser así ¿Qué nos hace tan fuertes?.
Como soportaría una mujer el dolor de parir al sentir que sus caderas se parten y se desgarra su vagina dando paso a la vida, o cómo soportaría una mujer el dolor de un vientre inerte en espera inútil del fruto que no prospera. 
Sin embargo extendemos nuestras alas y soportamos el vuelo hacia el final del túnel que propaga la vida, extendemos nuestras alas y cobijamos al niño sin vientre y lo hacemos parte de nuestro ser compartiendo el vuelo.
Desde el momento en el que rompemos nuestro capullo para enfrentarnos al viento, la lluvia, la brisa, el sol y la noche confiamos en el poder de nuestras alas. Pero dado que este poder reside en nuestro interior y nuestro exterior, el expuesto muchas veces está sujeto a la manipulación de un otro que puede tomar nuestras alas con descuido, quizás atraído por la belleza de sus colores, por la tersura de su tacto, por la certeza de su vuelo o por la libertad de su derrotero. 
Otros podrán envidiar la fuerza de esas alas invisibles que portamos y tratarán de cortarlas, asirlas a un papel, un bello marco dorado o una caja transparente. 
Así la mujer mariposa puede perder su brillo y su capacidad de volar y así como mariposa herida posada en un rincón de la vida permanecer hasta apagarse.
Pero creo que la quitina interior que existe en cada una de estas mujeres mariposas puede emerger en la medida que lo elijan, aún ante la más cruel de las manos que te rocen, aún ante la manipulación más horrenda y rastrera, aún ante la humillación y la traición, aún así posees, MARIPOSA HERIDA, tu componente maravilloso... Decisión.


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