domingo, 26 de noviembre de 2017

¿QUÉ NOS PASA?

Me pregunto qué nos pasa a los argentinos y no logro comprender el idioma de las respuestas que llegan incongruentes de miles de gargantas. Pareciera que se ha establecido la ley de la polaridad en absolutamente todo lo que nos sucede, las redes sociales, los medios de comunicación. Los portavoces de unos y otros instan a esto o aquello, hasta la más terrible y triste de las noticias puede ser contrapuesta por otra que sopesa el valor de la una y la otra.
¿En qué momento nos volvimos enemigos de nuestros coterráneos? Siempre es posible disentir, siempre fuimos muy encarnizados en esto de lo blanco o lo negro, la derecha o la izquierda, Boca o River, pero ¿Qué nos pasó? ¿En qué momento elegimos ser tan intolerantes?
Me sorprendo cotidianamente ante expresiones que rozan el odio, o mejor dicho ante sentencias emitidas como productos de juicios propios parados en absolutas certezas.
Recuerdo haber leído sobre guerras civiles, recuerdo como me parecían tan ajenas a nuestro país, tan quedadas en otras historias, en otros lares, así como en la tierra de mi querido viejo cuando España se dividió en dos pueblos y cruelmente se mataron entre hermanos produciendo una tremenda pérdida de seres humanos, algo que ni siquiera pudieron imaginar. Recuerdo a mi abuela hablando de ello y de lo que sobrevino luego como represión imparable de los que triunfaron en ese enfrentamiento entre hermanos, conocí a muchos que se vinieron arrastrando su tristeza y amargura hasta nuestra tierra en busca de otras libertades... Y hoy soy yo la que transita esta enorme incertidumbre en la que la gente se expresa impiadosa CONTRA, CONTRA, CONTRA, como si el otro no fuera uno mismo, dependiendo de donde se pare.
¿Qué nos pasa?, la pregunta rebota y rebota incansablemente en mi cabeza, daña, golpea, lastima, hiere, tortura mis pensamientos y se apodera de mi estómago una mano impiadosa que aprieta hasta cortarme la posibilidad de digerir. Si éste o aquel en lugar de ser mi vecino con su realidad diferente, sus ideales diferentes, sus luchas distintas, es mi enemigo ¿De qué república federal hablamos?
Peligrosamente se destroza la palabra comunidad y se quiebra en mil pedazos indiferentes al resto, los y las jóvenes descreen de un mundo mejor posible y se embanderan detrás de lo que pueden con la inocencia propia de la inexperiencia, quizás olvidan que bajo esas otras banderas habitan las mismas personas que todos y cada uno de los días se prestan a la desigualdad, al odio, a la represión y a la repulsión de lo que les parece inferior, banal, distinto, todos encuentran justificación a su sentir mientras nos siguen vendiendo discursos de polaridades. Nada se suma, todo se resta, nada esperanza, todo destroza y nos vamos quedando cada vez más solos y temerosos de los otros y así lentamente, vamos perdiéndonos en un mundo de individualidades.
¿Qué nos pasa?

domingo, 8 de octubre de 2017

Buscando adentro, adentro...

Buscando adentro, pero adentro de mí misma recorro profundos senderos de diferentes matices, me encuentro saltando entre la tristeza y la alegría, entre la esperanza y la enorme desesperanza.
Suelo tener más inclinación a volar que a sentirme pegada al suelo aunque hoy, justamente hoy me siento atada a un yunque de tristeza.
La tristeza es una emoción que espanta, nubla la visión, empaña los vidrios y agranda cualquier vicisitud convirtiéndola en el dragón más terrible de vencer... Lo extraño es que amo los dragones, claramente no los que derraman tristeza y congoja, amo aquellos que juegan, dibujan figuras en el cielo e inspiran bellas historias de amor.
Gustavo Roldán dice que: "Aunque los dragones saben mucho, siempre tienen una mirada llena de asombro. Se asombran de las cosas que no conocen y de las cosas que conocen. A todo lo que conocen lo miran con ojos nuevos cada día y, si la mirada es nueva, las cosas son diferentes."
Quisiera ser dragón por un rato, o un día, o un mes, o un año, pero no quisiera que hubiera quien intentara cazarme, porque entonces sería un dragón triste y ya les estuve contando sobre la tristeza.
En cambio cuando los senderos que recorro son los de mis alegrías aparece la esperanza, esa que espera siempre algo mejor, algo que pueda ser visto con nuevas miradas para sorprendernos cada día.
Este mundo que hoy recorremos nos encanta y nos espanta, mientras algunos luchan por un mundo otros luchan por una porción y las porciones siempre generan disputas, trozar es destrozar y en el destrozo siempre pierden los mismos.
Será que no nos parecemos en nada a los dragones... Que nuestra esencia está siempre dispuesta a ver lo que hay que sacar, lo que hay que deshacer, será que no nos podemos hacer cargo de lo que producimos, cultivamos y defendemos con mano dura, como si nuestra supervivencia dependiera de destruir al otro.

¿Por qué no comprendemos que otro es parte de nosotros?
¿Por qué no podemos mirarnos en ese semejante?.

La tristeza de hoy es mía y tuya, y de aquel y de aquella y de los mares y de la tierra y de las plantas y los animales, roguemos que no llegue a ser de los dragones también, porque si los dragones se entristecen perderemos la magia de ver las cosas diferentes.
Porque: "Los sueños de los dragones no son como los otros sueños, un sueño que se va. Son sueños que van tomando forma hasta que se los mira y se los ve de cuerpo entero.(G.R.)




jueves, 31 de agosto de 2017

Navegando emociones

Esta tarde, de la nada, me encontré navegando por las emociones de mi vida.
Fue una frase, una imagen, un aroma, no sabría decirlo, simplemente mi barca zarpó y siguiendo un río de intuiciones se dejó llevar.
Desde el patio de la casa de la abuela llegó el olor a orellas* y el corazón aleteó como las alas jóvenes que se sacuden trémulas con el viento milenario, en el recodo del cauce me vi con mis primas y otros niñ@s jugando en la vereda de la casilla de Sarandí.
Las aguas se agitan y como en los rápidos montañosos mi infancia pasa veloz, demasiado veloz, arrasada por responsabilidades que se escapan de mis manos y aún así el agua hace su trabajo artesano y deja bellas rocas en la orilla, torneadas de recuerdos que valen su peso en sueños, historias, cuentos y cantos.
Y mientras el oleaje canta, mis pies bailan al son de una gaita y entonces ¡qué me importa nada! bailar, elevarse del suelo, expresar, que el ritmo cardíaco resuene en mis pies... Una jota, una muiñeira, un fandango, una alborada. Más allá los destellos de una queimada en la que se retuercen las salamandras para decirme aquí estamos, te vemos como sos, nos ves porque eres.
Y la adolescencia adolecida y los primeros amores y el jazmín del país del balcón de mi escuela, y un viejo piano en el aula llenando de música la vida y unas manos de palomas marcándonos el vuelo de la voz.
Luego llegan las otras aguas, el primer trabajo, el inicio de mi carrera, descubrir mi vocación de maestra jardinera, la reparación permanente de la niña que fui, los cuentos asomando tímidos en correntadas de tinta, una cascada abrupta y la partida de mi viejo estrellándose contra las rocas...
De allí en más mi barca se desplaza entre rápidos turbulentos, cambia la geografía a mi alrededor y cada centímetro de agua comienza a elegir por donde circula, en esas elecciones el tesoro líquido arrastra por sectores del río algunos lastres y en otros se filtra por sobre un lecho de redondeadas piedras para fluir purificado.
Un milagro en el recodo del recorrido ilumina de destellos el caudal desde las profundidades, el agua se instala en mi vientre para cobijar una vida, una fuente que dura nueve lunas para romperse un mediodía glorioso de sol. Nunca más la soledad, nunca más mi barca a la deriva, un nuevo propósito la guía.
Todo el día de ayer viajando por las emociones de mis venas expuestas, proyectos de familia, proyectos de tiza y galletitas, los peques me saludan permanentemente desde ambas márgenes, de vez en cuando alguno se sube y recorre conmigo parte del sendero para bajar luego cerquita de la orilla. En este tramo son muchas e intensas las sensaciones, las vivencias, los recorridos. A cada centímetro cúbico se presentan bifurcaciones que me provocan elecciones, elecciones, elecciones.
Otro destello de vida se instala en mi torrente sanguíneo, una bocanada de aire fresco cargado de rocío y olor a rosas crece en mi panza redonda, inquieta, presuroso por ver la vida estalla antes de tiempo para sumarse a la navegación, otra razón para pelear mis sueños.
Ahora navego por una zona brumosa, no me veo con claridad a pesar de mis esfuerzos, los aromas son confusos, el clima inestable, la vegetación cambiante, una aparente calma se avecina. Dura poco...
Otra cascada violenta, otro choque con los rocosos bordes del río, intensas lluvias desbordan y embarran la superficie, me salgo del caudal y necesito un buen rato de sol para que se evaporen estas amargas sensaciones, es que la lluvia de llanto triste arruina el terreno.
Otra vez volver a empezar.
Un atrapasueños tejido a mano detiene las pesadillas, contiene y ayuda a que se cuelen sólo los bellos pensamientos y de ahí en mas cada nueva bifurcación del camino es elegida a conciencia. Un viento que me lleva a volar, un niño que defiende la palabra escrita, la creatividad al palo y la inmensa emoción del reencuentro con María Julia que, desde ese momento, se convierte para siempre en Maruxa...

Puedo augurar que este recorrido continuará y que me bajo de mi barca un rato para recibir mis 54 vueltas al sol agradecida de la bitácora del viaje.

Puedo decirlo: ¡Lista para continuar!

*orejas (especie de tortas fritas gallegas)

domingo, 23 de julio de 2017

MUJERES QUE CUENTAN

Este fin de semana tuvo la particularidad de propiciarme dos bellos encuentros "con mujeres que cuentan"... Ambas citas tenían diferentes propuestas, en una, sábado por la tarde, dos mujeres sentadas en una mesa de café contaban "HISTORIAS ROBADAS", de amores y desamores, de encuentros y desencuentros.
Durante el desarrollo de las historias narradas con suma entrega y dedicación fui siendo transportada a mundos impredecibles, al pasado de tías con historia, a las vidas de otras mujeres transitando sus presentes y sus pasados.
Y entre cuento y cuento fui descubriendo que sin duda estas mujeres cuentan, cuentan en la vida de la gente, cuentan como valiosos eslabones de una cadena humana, cuentan porque valen, valen porque cuentan para todos aquellos que nos cruzamos en su maravillosa existencia.
La otra cita, domingo por la tarde, aún resuenan en mi cabeza cuando "LAS MUJERES CUENTAN SUS RAÍCES", también dos mujeres, descalzas en contacto con la tierra, sentadas en bancos cubiertos de los productos de nuestros telares alrededor de un fuego muy femenino me alzaron y me llevaron en andas a pasear por historias de pueblo, de tierra adentro, de raíces profundas, de aroma a romero y cedrón. Y también hallé mujeres que cuentan, cuentan en la vida de la gente, cuentan como valiosos eslabones de una cadena humana, cuentan porque velen, valen porque cuentan para todos aquellos que nos cruzamos en su maravillosa existencia.
Y de nuevo, casi como nuevo apareció el valor de la pausa, de las manos que se mueven acompasando una historia, de los ojos abiertos perdidos en vaya uno a saber qué horizonte, del simple gesto de ponerse de pie para expresar una oración o la grandeza de sentarse pequeña en un banco de madera.
La magia de entonar un trozo de melodía que ilustra genialmente lo que se está percibiendo en cada palabra, la mujer creando vida permanentemente, dando a luz cada vez a través de su voz, relatando desde su vientre historias que marcaron su propio existir.
Narradoras, ¡mujeres que cuentan...! 




sábado, 24 de junio de 2017

PALABRAS PERDIDAS, PALABRAS ENCONTRADAS

Hace muchos años una amiga me hizo un regalo muy especial, ella ya sabía de mi pasión por la escritura y mis sueños de escribir libros. Lo habíamos hablado durante horas, días, meses de charlas compartidas.
Por una extraña razón el "regalo" se hizo esperar, era muy especial, me había dicho, lo tuve que encargar...

Una mañana de septiembre de 1993 llegó con el paquetito en las manos, cuando lo abrí era un libro de tapas negras que decía casi en el lomo: COLECCIÓN LETRAS PERDIDAS, y abajo: EDICIONES LETRABUENA.
Cuando abrí el misterioso libro descubrí que todas sus páginas estaban en blanco y con total naturalidad escuché que me decía, es un libro para que lo escribas vos.

Hoy 24 de junio de 2017, encontré entre mis cosas hojas amarillentas que contenían palabras que fui plasmando luego en este libro. Están las hojas de computadora impresas con impresora de punto y está mi libro con las palabras de puño y letra, tachadas, corregidas deslizándose como pequeños arroyos de tinta azul.
De todas ellas hoy voy a rescatar algunas que me impactaron por el tiempo que llevan hidratando este libro y sé que es hora de continuarlo...

CANDADOS. (noviembre de 1993)
                       Ayer descubrí algo importante sobre los elementos que usamos para protejer cosas que valoramos. En ocasiones éstos elementos revierten su objetivo, las personas colocamos nuestros más valioso tesoros ¿en una caja?, ¿un gabinete?, ¿una habitación?, luego cerramos la puerta y para asegurarnos su protección colocamos uno, dos o más candados.
¿De quién o de qué protejemos a nuestros supuestos tesoros?
Quizás de nosotros mismos, quizás porque no sepamos como manjearnos en el afuera con ellos y busquemos un lugar oculto para disfrutarlos en privado.
Pero ¿éstos candados no encierran también nuestro más elevado yo? ¿estamos seguros que detrás de los candados quedan solamente nuestros atesorados objetos?. En definitiva nuestros tesoros no siempre están dentro de una caja, un gabinete, una habitación.
Será muy práctico utilizar persianas y candados para evitar que se escapen o se pierdan las cosas valiosas, pero CUIDADO, las persianas y candados también impiden la entrada a maravillosas experiencias por compartir.
¿Por qué empeñarnos en bajar persianas y atrincherarnos detrás de ellas? habría que averiguar si nos produce más temor perder viejos objetos o enfrentarnos a cosas nuevas.
¡Vamos! tú y yo conocemos la respuesta. Coincidimos en que crecer es una decisión para la cual hace falta coraje, implica romper los candados que guardan nuestras creencias pasadas y arriesgarnos a navegar por infinidad de inciertas posibilidades futuras.
Significa permitir la entrada y salida constante de aspectos viejos, presentes, futuros imaginarios, reales, posibles, creíbles. RECICLAR.
Tomar decisiones, elegir, optar, creer, crear, dejar caer los candados y vivir atentos a la vida, al amor, dejar que sólo lo que amamos sinceramente modifique nuestras creencias. Porque sólo así caerán todos los candados, los tangibles y los imaginarios, los que están afuera y los que están adentro de nosotros.
Levanta tus persianas y verás cómo la luz del sol abrillanta aún más tus tesoros y disuelve las opacidades y las sombras.
Comprendo también que eres libre de conservar tus persianas bajas y tus candados puestos.

CHOQUE. (noviembre de 1993)
                       Un choque es SIEMPRE un pasaje a otro mundo.
Un pasaje que sacamos nosotros mismos, con un itinerario también elegido por nosotros.
Podemos sacar un pasaje que nos traslade a otra dimensión, podemos sacar uno que sea de ida y vuelta, podemos optar por uno que sólo nos lleve unos minutos hacia adelante o muchos años hacia atrás. incluso uno en el cual borremos nuestra memoria y comencemos nuevamente de cero. Sea cual fuere, todos implican morir y nacer a una forma de vida diferente ¿mejor, peor, igual? Tú eliges.
Las opciones son infinitas, puedes abrir los ojos a la muerte física y pasar a una vida espiritual en la dimensión que elijas o reciclarte en el ciclo del ecosistema. Puedes abrir los ojos y encontrarte con el mundo que casi abandonas instantes atrás y descubrir que murieron los ojos que utilizabas para mirar sus imágenes. Ahora naces con ojos nuevos y todo luce diferente, luminoso, opaco, colorido, gris, maravilloso, espantoso, nuevamente eliges.
Puedes abrir los ojos y ser un niño, lleno de temores o lleno de sueños.
Puedes abrir los ojos y recordar un viaje hacia adelante, luces, un túnel blanco, AMOR.
Puedes abrir los ojos y ... ¡Nada!, memoria cero. Entonces cuánto por aprender, cuánto por recordar.

Un choque es una forma de cambiar tu actual expresión de vida.
Recuerda que existen otras maneras de cambiar tu mundo o pasar a otros. No hace falta que sea tan violento ¿O sí?


miércoles, 24 de mayo de 2017

Ave Fénix



Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave Fénix, siempre única y eterna.

...Como le sucedió a mi alma, lo que soy, la que soy... Me llevó más de tres días elaborar un nido, pero lo hice.

Las especias elegidas no fueron de origen vegetal, fueron de origen estelar, de polvo de estrellas, de polvo de tierra, de polvo eres y al polvo vuelves.
Somos polvo de estrellas, materia que flota compacta alrededor de un alma, por eso mi nido estuvo hecho de bellas personas que me dieron calor y luz. También lo entrelacé con hebras de un telar intangible y colorido que hizo trama conmigo y me sostuvo para que no me caiga, entre sus lazos descubrí mi propia hebra de luz.

El ritmo de trabajo fue abonado por los acordes de un piano que me recordó mi sonido personal, volví a escuchar mi propia voz cantando, cobijada por las alas de una hermosa cascada transparente.
Y mientras tejía mi nido, alrededor crecían mis flores, mis bellas flores fruto de mi propio polen transportado. Dos bellas especies aromáticas que perfuman mi vida desde que llegaron a ella.
Y hubo polvo de tierra, de suelo firme donde apoyarme, de miradas serenas y fuertes reflexiones, de apoyo incondicional.
Cuando todo estuvo listo puse mi huevo compuesto por cientos de palabras escritas, por miradas de niños y niñas, pequeñas supernovas incadescentes.
En su interior se cobijó mi alma y la niña que fui. Aletargada en la tarea de empollar para estallar fui consumiendo uno a uno mis miedos, dolores, heridas, rencores, juicios y prejuicios, desconfianza, desvalorizaciones y excesos hasta prenderme fuego y arder desmembrada en cenizas.
Creí que era todo, que ya no quedaba más, que moría... ¡Y en el momento exacto del último suspiro me encendí en llamas!
Largas lenguas de fuego quemando en mis entrañas me obligaron a tensarme y flamear con la ondulación de las salamadras que bailaban alrededor. En un instante perfecto, mis brazos se extendieron y mis alas flameantes se estiraron en toda su maravillosa extensión y renací de mis cenizas, nueva, fulgurante y refulgente, ardiendo nuevamente en mi propia flama.
Dicen que las lágrimas del Fénix curan cualquier herida, también que poseen una fuerza sobrenatural.
Yo sólo sé que de ahora en más habita en el centro de mi espalda para que recuerde que a veces hay que romperse para descubrir qué guardábamos dentro.





martes, 25 de abril de 2017

Cincuenta años que puedo decir, son sincuenta.

Cuando cumplí los 50, como creo le sucede a la mayoría de las personas me sentí un tanto extraña, meditativa.
Podía decir:
- Viví medio siglo, o, he vivido un lustro, o, seguramente ya viví la mitad de mi vida. (Eso si me considero longeva y pienso llegar a los cien)
Y sin embargo y aún así el tiempo me resulta totalmente relativo, la mayoría de las veces me siento con muchos años menos, casi les diría ágil.
Otras veces, las menos, me siento mucho más grande, son esos días en los que el peso de algunos  momentos vividos deberían ser olvidables porque toman casi por completo nuestros recuerdos.
Y sin embargo, tan relativo es el tiempo, que en un mismo día puedo sentirme joven, inquieta, divertida y al rato cansada, agobiada, apesadumbrada por lo transcurrido.
Para sumar reflexión al tema, además está el espejo, ese trozo de cristal que también modifica nuestra imagen según nuestra propia mirada. Y también las fotos y los niños que hoy son hombres y mujeres y nuestros hijos y...

Pero lo más insólito me ocurre cada vez que llevo adelante un proyecto, allí los cincuenta y tres años que tengo parecen dividirse en dos, entonces tengo veintiseis y medio por un lado y veintiseis y medio por el otro.
Ambos trabajan a la par. Unos aportando lo fresco, lo que se renueva, lo creativo, lo novedoso, lo energético, lo audaz y los otros aportando la experiencia, la madurez, el aplomo, el saber hacer, lo recorrido.
Entre ambos entretejen nuevos senderos para los viejos objetivos y los desando degustando cada vez nuevos aprendizajes. Gloriosos momentos de renovada madurez, hermosas experiencias que me recuerdan quien soy y a qué he venido, increíbles aventuras que escribo con mi sangre y guardo en mi ADN, maravillosas gestas que embarcan a mis seres especiales conmigo, legado que entrego a mis hijas y a aquellos que ojalá inspire en esta vida.
Ciertamente transito la década de los cincuenta pero mucho más ciertamente los transito sincuenta.


lunes, 10 de abril de 2017

Bailarina silenciosa, baila en el silencio de tu alma herida...


En el silencio más profundo de sólo el batir de alas, sutiles alas, translúcidas alas, iluminadas alas, dolorosas alas, efímeras alas... Bailan.

Cuando nace una mariposa debe romper su capullo con la fuerza de sus alas, sólo de ese modo se garantizará su fortaleza para volar. Ni antes, ni después, en ese instante profundo y potente destroza su mundo conocido para abrirse a uno que desconoce e irrumpe a su alrededor.
En ese instante en algunos otros miles de espacios otras miles de mariposas atraviesan el mismo proceso... Y sin embargo son todas tan distintas y tan iguales, y sin embargo se desconocen y reconocen instintivamente.
A las mujeres mariposa nos sucede algo similar, lo extraño es que no a todas nos ocurre en el mismo período, ni tenemos un ritmo exacto para que pase, depende mucho de cómo armamos nuestro capullo, con qué herramientas, cuán grueso o delgado, cuan resistente o frágil es.
Sin embargo una vez que hemos destrozado nuestra envoltura, somos. Y ser nos conduce a encontrarnos y a acompasarnos, mecernos, danzar y volar juntas.
Las mariposas bailarinas estamos esparcidas por doquier pero cuando suena la sinfonía de los inmensos, intensos silencios, bailamos en el viento.
Y somos una, sí una, como la ola que se mece y se esparce o que irrumpe, rompe y orada la roca.
Una más, otra mujer mariposa, bailarina, silenciosa se ha sumado a una nueva nube de mariposas intangibles que desde su colonia inspiran el recorrido de las que aún permenecen aquí, en la tierra. Y aunque fue brutalmente detenida en su vuelo y le hayan arrancado las alas, seguirá bailando silenciosamente a nuestro lado.
Y su silencio ahora permanente encenderá nuestras gargantas, iluminará aún más nuestras alas y reforzará nuestra coreografía inédita cada vez, así vivirá en cada mariposa que destelle a la luz del sol, así seguiremos siendo UNA.

jueves, 16 de marzo de 2017

Cumplir un sueño

¿Cuál sería la receta para cumplir un sueño?, tú sueño.
Quién lo sabe que comparta, que socialice, que transmita y propague el recorrido a seguir.
Para mí podría ser una mezcla más o menos así.

INGREDIENTES

1 cucharada de infancia.
1 pizca de inquietud para conservar despierta la atención.
2 litros de lágrimas derramadas sólo por la emoción.
1 kilo de imaginación.
Coraje a granel.
1 taza de claridad para matenerlo iluminado.
3 manojos de convicción.
1/2 kilo de perseverancia.
1/2 kilo de desfachatez.

INSTRUCCIONES PARA SU PREPARACIÓN

Coloque los 2 litros de lágrimas derramadas en un cuenco sonoro, incorporar suavemente el kilo de imaginación, la cucharada de infancia, el medio kilo de desfachatez y la pizca de inquietud. Revuelva en forma envolvente con mucha suavidad hasta lograr una consistencia espumosa y liviana.
Para equilibrar la mezcla agregue cuidadosamente medio kilo de perseverancia e inmediatamente los 3 manojos de convicción para evitar que la duda arruine el preparado.
Por último vuélquela en un recipiente de cristal apto para horno, cubra con la taza de claridad y espolvoree con coraje a granel. Coloque en horno de barro para que se cueza en la madre tierra con aroma a planeta.
Cuando haya crecido lo suficiente, (la medida y altura de su sueño es absolutamente personal), deje entibiar hasta que la temperatura al tacto sea cálida y agradable, desmolde y compártalo al mundo.

Para cumplir mi sueño tuve que dejarme ser...


martes, 21 de febrero de 2017

¿Quién soy?

Hoy no debería escribir, o al menos no para todos , o quizás si...

Ayer me sentí feliz recuperando recuerdos, raíces, molduras que estaban ocultas bajo un manto de olvido o no puedo, porque de pronto volvieron a mí y pude no solo recordarlas, sino revivirlas al compás de alguna vieja gaita gallega. 
Me dí cuenta que muchas veces sumergimos en el olvido experiencias poderosas de nuestro pasado, o será que los años que nos quitan la vista en definitiva nos aclaran la visión de las cosas y nos permiten ver cuántos buenos momentos atesoramos en el alma.
La alegría que emociona y hace llorar, esa que te conecta con lo potente de la juventud en la que no existen no puedo cuando el deseo embarga y trasciende los obstáculos. Inmediatamente irrumpe la pregunta ¿Porqué no me dí cuenta de los intensos destellos felices?, las respuestas son tantas como individuos la enuncien.
Descubrir quienes somos no siempre nos resulta posible, ¡tanto afán puesto en quienes queremos ser!, entonces irrumpe otra pregunta, ¿Quienes queremos ser, para nosotros o para ese otro que nos mira?. Muchas dibujaremos la respuesta, le pondremos filigranas doradas para que pase desapercibido que la mayoría de las veces queremos ser para otros, para ser aceptados o valorados o amados.
Lo más difícil sucede cuando quien una es en realidad pulsa por salir, por aparecer, por romper esa cáscara en la que nos envolvemos para parecernos a la imagen que queremos mostrar. Allí nos sentimos en peligro, tambalea nuestro sostenido equilibrio sustentado en ilusiones superpuestas unas sobre otras, todo por entregarnos al deseo del otro. 
Y un día ese otro se corre, o desaparece o enfoca su mirada hacia otra parte y la capa protectora de nuestra cáscara se resquebraja dejándonos a solas con nuestra carcasa a cuestas.
Y es en ese entonces cuando te sientes desnuda, desprotejida y desorientada porque quien una es en realidad empieza a salirse por cada grieta y a corporizarse delante tuyo y aunque esquives la mirada tu ser se vuelve omnipresente y está en todos lados, en todos tus gestos, en todos tus recuerdos obturados, en todos tus saberes adquiridos, en todo el reflejo que te devuelve el espejo. Ahí, justo ahí es donde debes decidir si te fundes con tu verdadero ser o eliges volver a construir una carcasa para alguna otra mirada externa.
Muchas veces las peores situaciones de tu vida terminan siendo las más grandes oportunidades de retornar a tu fuente, si te animas la vida te lleva por el camino de tus vivencias constructivas y te descubres disfrutando de guardados placeres, dejas de gozar el sacrificio en pos de y comienzas a vivir tu vida. 
Por supuesto que nadie te garantiza que no haya sinsabores en el nuevo sendero, pero ya no le temes a mirar hacia atrás, porque comienzas a utilizar ese dolor como motor de lo contrario, y no es rencor, es claridad de lo que fracasó y no fue ni será ofreciéndote la oportunidad de hacerlo de otra manera.
Pero obviamente esa es una elección que deberás enfrentar tú sola.

sábado, 4 de febrero de 2017

Como la marea.

Horas sentada frente al mar, la mirada perdida en su cadencia, a veces suave, a veces envolvente, a veces bravía. Pensaba en su inmensidad, en su color, en su olor, en su imponente presencia, y hoy recordándolo se me antojó que el mar es como el reflejo de cada alma que lo observa, unas veces de agua cristalina por su manso tránsito entre la inmensidad y la playa como borde, otras veces translúcido revolcando arena y otros restos de su propio suelo y algunas veces opaco y arenoso por la furia con la que rompe el borde de su playa arrastrando cual lastre todo su pasado de rocas, seres y caracolas.
¿Será por eso que me quedo suspendida en el tiempo mirando el mar? ¿Será que cada día intento descubrir en él los sentires que me refleja?.
Como con la marea también mi mar interior trae y lleva, trae y lleva, trae y lleva, trae y lleva, trae y lleva.
Así sucesivamente recorro los más recónditos espacios de mi alma. He descubierto que a través de los años y mi crecimiento personal cuando trae por ejemplo recuerdos tristes del pasado los trae cada vez más pequeños, más pulidos, como las conchillas rotas, pero cuando los recuerdos son felices el pulido resalta el nácar que conservan dentro y brillan a la luz del sol. Y ¡guarda cuando arrastra lastre! esos días mi marea arrasa con playa y todo en una confusión de arena, conchillas, algas y otros componentes indescriptibles, pero como la marea, mi alma, cada vez que irrumpe cuando se retira deja lo que sobra, rompe lo que había avanzado demasiado cerca de la costa y vuelve a su plácido movimiento acunador.
Será por eso que cada vez que voy al mar me traigo esos restos de caracolas pulidas y nacaradas, porque amo rescatar restos de mi pasado feliz.
Será por eso que siempre les dije a mis hijas que esos eran amuletos que nos regalaba el mar, porque en realidad no soy yo la que los rescata de la playa, son ellos que me rescatan de la nostalgia.

martes, 10 de enero de 2017

Los espejos del alma

Cuando leí Alicia a través del espejo era pequeña y creí en ese momento que se trataba de una niña que miraba un espejo y observaba como la imagen de lo cotidiano en el marco dorado parecía desconocido, adquiriendo otros tintes, otras lateralidades, otras dimensiones. Como si las figuras que allí aparecían les fueran ajenas o distintas a lo que se veía de este lado.
Hoy me encuentro con espejos cotidianamente que reflejan en el accionar de otros aquellas cosas que no quiero ver, aquellas actitudes que me molestan, incomodan, desagradan porque son "del otro", pero como Alicia en el espejo,  termino descubriendo que eso tan desagradable, tan ajeno a mí, tan diferente no son más que reflejos de mi propio yo resistiéndose a ver que allí donde está lo que molesta es justamente donde hay algo que revisar, mirar con mayor cuidado, replantear y recién entonces decidir qué tan diferentes queremos ver la vida. También existen falsos espejos, como los que había hace años en algunas ferias de juegos, alerta, distorsionan. A través de ellos podrás llegar a creer que tu sonrisa es sincera, o que quien te acompaña tiene amor en la mirada, o que tu ropa de marca te hace elegante, o quizás te veas simplemente buena, fea, gorda, delgada, exitosa, fracasada. Alerta, hay que mirar bien, sólo tus ojos internos pueden descubrir el artilugio.
Será por eso que dicen que los ojos son los espejos del alma, cuando te permites adentrarte en esa mirada descubres muchas cosas no dichas, como si los ojos espejaran de adentro para afuera.
El alma no puede mentir, se muestra a sí misma tal cual es y los ojos le permiten pasar por allí, pero son nuestros ojos, los que los miran, los que muchas veces eligen nublarse, cubrir con un velo lo que se anuncia por esas cuencas opacas o brillosas y es ahí cuando lo que vemos no es lo que es. Entonces, como Alicia, transitamos un mundo disparatado, donde nos perdemos en la forma de mirar el mundo de otros. Y lo peor es que no es un mundo de maravillas, es un mundo donde el dolor y la crueldad también conviven, donde la eterna lucha entre el bien y el mal perdura, donde la codicia y la hipocresía juegan a pasearse por bellos jardines, y la soberbia enceguece a quien duda de sí mismo.
Estar alerta para mí significa estar despiertos, atentos, sensibles, perceptivos a que la vida no es sólo lo que vemos ni lo que queremos ver, la vida es lo que hacemos de cada momento y no importa cómo se refleje en el más fino espejo...