Así versa Antonio Machado en su poema Cantares, tan sabio y
sencillo eso de pasar pero dejando huella, porque de eso se trata vivir.
Me pregunto cuántas huellas errantes y desorientadas vagarán
por la tierra, cuántos pasaron casi sin darse cuenta a otros mares, otros
cielos, otros bosques u otra nada aunque yo elijo las otras opciones en las que
quiero creerlos transitando, pasando, navegando o surcando otros océanos. Es
que duele pensarnos tan vulnerables, duele y sin embargo sucede, trasciende,
atraviesa, rompe y raja familias, amores, amistades.
¿Cuándo perdimos el rumbo tan descabelladamente? Si lo
nuestro es pasar, pero pasar haciendo caminos no destrozos, pasar sembrando
mieses no sesgando la tierra, pasar marcando rumbos no consumiendo mundo.
Estamos transitando un momento sin retornos, no podemos darle vuelta a lo que
hicimos de nuestra casa, nuestro hogar, nuestro mundo, metimos mano en cuanto
pudimos sin respeto, sin parámetros, sin otro, para otro, por el otro. Y acá
estamos pasando por pasar, comprando por comprar, viendo por ver…
Es hora de reelegir los verbos con los que vamos a escribir
nuestra historia, elegir con cuidado cada acción porque la palabra es
justamente lo que nos hace diferentes o iguales, lo que nos permite construir o
destruir, y ya que el verbo es acción yo elijo mirar en lugar de ver, escuchar
en lugar de oír, apapachar en lugar de abrazar, acompañar en lugar de conducir.
Crear y creer, soñar y concretar, hacer y sentir, empatizar y proceder,
comprometer y cumplir, dejar y partir, PASAR, PASAR HACIENDO CAMINOS, CAMINOS
SOBRE LA MAR…
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